¿CUÁLES SERÁN LOS
RIESGOS Y OPORTUNIDADES?

Dentro de los riesgos para el buen comportamiento accionario, están las consecuencias que se deriven de la versión final de la Ley de Financiamiento. Dentro de lo aprobado se contempla una disminución de la tarifa gradual del impuesto de renta desde 33% a 30% en 2022, no obstante se impuso una sobretasa al sistema financiero lo que mitiga el beneficio de esta medida para el COLCAP, dado que el 48% de éste, está representado por compañías del sector financiero.

Uno de los riesgos más notorios es la incertidumbre frente a las concesiones de proyectos de infraestructura. En especial, después de los contratiempos en la construcción del proyecto de la Ruta del Sol II. El marco regulatorio y las reglas del juego se vienen debatiendo arduamente en diferentes instancias del Gobierno Nacional. Esta condición ha generado retrasos significativos en los proyectos ya adjudicados, y despertó cierto recelo en los bancos e inversionistas privados para colocar los recursos que exigen los proyectos. Es así como las compañías nacionales relacionadas con la construcción e infraestructura no han tenido los mejores resultados en el 2018, y pueden seguir en un entorno desafiante en 2019.

Frente al panorama internacional, el elemento central del 2019 estará en torno al alza en las tasas de interés de la Reserva Federal, como se ha venido mencionando. Por lo pronto, parece claro que 2018 cierra con cuatro subidas en las tasas, y se espera que en 2019 haya por lo menos otros dos ajustes al alza como respuesta al empleo sólido y una inflación por encima del 2% en EE.UU. Este fenómeno generaría un movimiento fuerte en el flujo de capitales extranjeros hacia las economías emergentes como la colombiana.


Sin embargo, Colombia se ha sabido diferenciar frente a otros países emergentes, al demostrar mayores niveles de solidez por su adecuado manejo de las finanzas públicas y de la inflación, al igual que por el resultado de las elecciones presidenciales. En todo caso, existe el riesgo de perder respaldo, dada la alta dependencia de inversionistas provenientes de EE.UU., y la mayor sensibilidad de la deuda externa del país, respecto a hace 10 años, frente a movimientos fuertes del dólar.

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